martes, 7 de febrero de 2012

REFLEXIONES EN TORNO A LA AUTORIDAD

La autoridad surge de la relación que se establece entre las personas, con base en unos estados de influencia y dependencia mediados por  órdenes o mandatos, previamente establecidos dentro de los lineamientos del convenio social. Se encuentra favorecida por el reconocimiento de los saberes, la influencia, el prestigio, la riqueza y el poder.

La palabra autoridad puede aceptarse también como poder, influencia, control, dominio, estatus, prestigio, rango, capacidad y mandato. La autoridad desde el concepto de poder establece la imposición de la voluntad frente a otros criterios y su aplicación define los espacios de subordinación, generando diversas  conductas y actuaciones y habilitándose para prevenir y amenazar; hacer reconocimiento y sancionar, desfavorecer y  favorecer e incluso manipular.

Tradicionalmente  la autoridad proviene de una línea vertical de dependencia, derivada del Confucianismo, estableciendo también el principio de delegación en función de la “edad, la dignidad y el gobierno”.

Su historia es sencilla, cuando se analizan los procesos de apego y desapego del ser humano frente a la naturaleza en su periplo sobre la tierra: Inicialmente se obedecen las leyes naturales desde su fuerza y presencia, determinando grados de subordinación. Ante el desconocimiento del fenómeno natural, se pretende establecer pactos con  la divinidad, para darle una explicación concreta al poder, se busca algo que la emule y se inventan las jerarquías, sugestionables desde el prestigio y respaldadas por el miedo. El poder adopta la autoridad y se concreta en el mandato y la subordinación.

A nivel doméstico, los primeros contactos con la autoridad se viven en el hogar, con la estructura manifiesta de la familia y la presencia del padre. Desde esta instancia primaria se definen los modelos  que van a repercutir en los conceptos de norma, ley, obediencia y acatamiento y que definen las conductas del individuo y el ciudadano.

Desde los espacios de la autoridad en el ámbito familiar, niños(as) y jóvenes van dando pasos en la estructuración de su personalidad, porque existen referentes claros en cuanto quien manda ordena y provee; y sobre qué condiciones se debe responder  a los sutiles mandatos que obligan al cumplimiento de las normas elementales.  En esta forma se llega paso a paso al autoreferente de joven  y de adulto en los espacios del clan de familia, sin ser necesario caer en el error de mirár a niños y jóvenes como adultos en miniatura.

La autoridad posee dos extremos nocivos: la laxitud y el exceso. En la una se acomoda el dejar hacer y dejar pasar. Sólo hay presencia. En el otro extremo se acomoda el exceso, el autoritarismo; el mismo que en el entorno de la administración del Estado asume posiciones controversiales cuando se convierte en dictadura, antisemitismo, etnocentrismo fascismo.

Por su parte, el autoritarismo en el núcleo familiar es un alto generador de conflictos, encargado de determinar violencia intrafamiliar violencia física, violencia psicológica y conductas extremas. Solamente la autoridad combinada con el amor, la razón y el buen juicio, se convierte en elemento clave para la orientación de niños y niñas en su proceso de formación. (Neverg Londoño Arias)

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