martes, 28 de febrero de 2012

HAITÍ

Haití, esa franja  occidental de la isla La Española nos sorprende de nuevo con la tragedia. Por esas tierras siempre han campeado los desastres naturales, los que no han impedido la presencia de fenómenos sociales y políticos, maximizando el estigma del subdesarrollo caracterizado en parte por el aumento desordenado de la población, la pobreza extrema, la inestabilidad política y la influencia de países que no logran dilucidar si asumen de una vez por todas el apadrinamiento definitivo a un pueblo que se muere entre la indolencia y el abandono.

La constante en muchas naciones pobres nos lleva a comprender que la incontrolada deforestación confluye a la formación de suelos estériles  que ofrecen pocas alternativas para la agricultura y la ganadería intensivas; los recursos hídricos escasean; y la minería que puede representar una alternativa económica, requiere del capital externo. Solamente se obtiene como postrer aliento  una economía de subsistencia con una característica común: la informalidad y en las circunstancias actuales parece que sólo quedan a esos pueblos devastados por la misma naturaleza: la desesperanza… Este es el caso de Haití, considerado el país mas pobre de América; donde lo expuesto se hace presente y donde las diferencias en tipo y calidad de vida con sus vecinos de la República Dominicana, son evidentes.

Los primeros habitantes de la isla La Española: Arawakos, Caribes y Taínos, son sometidos por los europeos  con la llegada de Colón. Desde este lugar en el tiempo, arranca un controvertido destino porque las denominadas Antillas Mayores poseen una posición geoestratégica por el dominio del mar Caribe y su cercanía a Estados Unidos. Cuba se encuentra separada de Haití por una pequeña franja de mar: el Paso de los Vientos; y en los últimos cincuenta años se procura separarla de su influencia para evitar cualquier tipo de penetración que afecte los intereses de la región.

Haití surge de una extraña decisión tomada por el Gobernador Antonio de Osorio en 1605, quien ordena evacuar los territorios del occidente de la isla La Española, para frenar el creciente contrabando. Esta situación es aprovechada por colonos franceses dedicados a la cacería y la piratería, quienes presionan para que Francia reclame, con excelentes resultados, este territorio.

Desde los intereses de Ingleses y franceses se desarrolla en forma intensiva el comercio de mano de obra esclava traída de África, actividad que durante mucho tiempo alimenta la economía de la región; pero bajo la influencia  de la Independencia de Estados Unidos y la Revolución Francesa, en Haití se presenta un caso sui géneris en el cual los mismos esclavos desarrollan un complejo proceso de liberación que culmina exitosamente en 1804. La nación recién liberada adopta los modelos políticos de las metrópolis pero conserva los recuerdos de su cultura ancestral: religión, ritos, costumbres y todo su modo de ser como pueblo. 

Así se conoce Haití por los vínculos con la causa de emancipación de la Nueva Granada. Se conoce Haití desde sus prácticas animistas, desde los inexplicables enigmas de los zombies y desde el misterio encarnado en los rituales del vudú, que al mezclarse con las creencias de las metrópolis determinan ese particular sincretismo que posiblemente incide en alguna forma en su estancamiento.

La posición geográfica no significa que sea el territorio propicio para las catástrofes, estas llegan con mayor o menor intensidad para toda la región del Caribe, pero la infraestructura del país sigue siendo la más vulnerable. Por otro lado, la inestabilidad política se mueve entre las decisiones de líderes fortalecidos con la intervención de grupos religiosos y las decisiones de países ricos, que han marcado su influencia en forma directa en su Constitución Política y en las frecuentes invasiones e imposición de gobernantes.

Este es el país hecho noticia desde la catástrofe y desde ese aliento mórbido de la tragedia alimentado por los medios de comunicación. Este es el país que necesita más que la dádiva, la creación de fuentes de trabajo y el fortalecimiento de su potencial humano desde la educación para que se logre su reconstrucción en condiciones menos ostentosas pero más seguras. Este es el país que necesita del mundo todo, para resurgir de las cenizas y a partir de ese primer impulso iniciar su futuro con la lección que nos dan los sobrevivientes: “que es importante la vida”, por lo cual merece darle una calidad mínima, que fortalezca todos sus espacios para que pueda enfrentar con seguridad cualquier embate de la naturaleza. (Neverg Londoño Arias).

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