miércoles, 15 de febrero de 2012

APRENDER A ALIMENTARSE


Comer y beber son dos de esos placeres que el ser humano se prodiga con atención y benevolencia;  elementos que reaniman la vida, restauran las pérdidas de energía y satisfacen secretos deseos e inocultables fijaciones.

La maternidad, durante la gestación y la lactancia inicia los futuros procesos de alimentación del ser humano; recuerdos biológicos que acercan a lo que puede ser apetecible. Los desórdenes ante las malas prácticas en el uso de alimentos, fruto de la carencia de una educación y orientación adecuadas, van generando problemas en la salud y el bienestar.

Los ritos sublimes en la mayor parte de las religiones acogen el beber y el comer; las celebraciones a los muertos tienen en cuenta el viaje al más allá, la fatiga de las almas y el equipaje provisto de potajes y hermosas doncellas. Banquetes y bacanales son famosos en la historia de la diversión humana como parte de las celebraciones religiosas; convertidas en festividades populares conservan el sabor de la ofrenda: danzas, comidas y bebidas.

La cantidad de habitantes de un país determina el potencial de alimentos requeridos para abastecer sus necesidades y la disponibilidad de adquirirlos: recursos en agricultura, ganadería y medio natural. La cultura alimentaria determina lo que puede ser apetecible de acuerdo con la  producción, las tradiciones en su uso y los rituales sobre su consumo; así se valida el hecho de convertir en un delicioso plato todo lo que se mueve sobre la tierra, en el agua y el cielo.

La necesidad de proveerse de los alimentos y hacer uso de ellos da importancia a un aspecto de la parte educativa y formativa del ser humano, porque saber comer no es solamente comportarse en la mesa, sino también hacer uso de los alimentos de acuerdo con las necesidades del organismo en cantidad, calidad y beneficios.

La herencia de los europeos fue determinante en la dieta tradicional del colombiano: tragos, desayuno, medias nueve, almuerzo, algo, comida y merienda. Costumbre que se ha reducido a peligrosos límites, como consecuencia de las nuevas condiciones de la vida de la sociedad y los cambios permanentes de los vínculos sociales y familiares.

Los ritos de participar de la bendición de los alimentos en la mesa, han sido delimitados por la informalidad: la comida rápida, la comida chatarra, el corrientazo o el ejecutivo. La oferta de “comida casera” busca aproximarse a lo que se ha perdido por las circunstancias del trabajo, las distancias y la disponibilidad de tiempo para tomar los alimentos.

El mundo moderno ha convertido la ingesta de alimentos en problema para la salud por el tipo, la calidad, el desorden y la vanalidad con la cual se toma la alimentación. Se peca por cantidad, calidad y frecuencia; lo que plantea los nuevos patrones de comportamiento alimentario y las respuestas no muy complacientes del organismo.

El TCA o trastorno de la cultura alimentaria, es uno de los problemas por los que regularmente transitan los seres humanos, en el mundo de hoy, ante las personales negaciones en el aprender a comer y a beber. Lucha con pocos resultados, que sólo busca sostener una imagen corporal desde lo estético, descartando lo sano, en pro del éxito social y dentro de un modelo publicitario que vende una figura corporal humana, supuestamente adecuada.

La parte comportamental indica la existencia de una preocupación enfermiza por la obesidad y la autopugnición por los excesos. Los nuevos lenguajes llaman la atención desde las publicaciones de la farándula, medio en el cual la imagen corporal vende. Allí se habla, con respecto a los alimentos, de la anorexia: falta de deseos; la bulimia: exceso en el deseo; la diabulimia: límite en la ingesta de carbohidratos; la ortorexia: obsesión por comer sano; la sadorexia: castigarse por los excesos y la vigorexia: preocupación por la masa muscular.  El problema invita a buscar respuestas desde una educación en la alimentación para la salud y la conservación de la vida.

Las dietas se han convertido en el entretenimiento de moda; los nutricionistas son tan importantes como los cirujanos plásticos. Se inundan los gimnasios y las vías para los caminantes, con resultados generalmente decepcionantes, porque se trata de gastar en poco tiempo lo acumulado desde el analfabetismo alimentario durante muchos años.

Los nuevos aprendizajes sobre la alimentación invitan a llenarse de paciencia y practicar “mucho recato, buen trato, poco mecato y mucha suela de zapato”.

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