martes, 21 de febrero de 2012

INTERNET, ENCICLOPEDIAS Y CONSULTAS

Desde la avalancha de información que llega cada día a través de la Internet y de los diversos medios de comunicación, se facilita la elaboración de documentos con oportunos referentes que los hacen creíbles por la misma autenticidad de las fuentes. El gran problema para el consultante, es una constante en la investigación  bibliográfica y en el uso de toda fuente secundaria, porque se consigna la consulta como dato escueto de lo investigado desconociendo indicadores y mostrando de paso la poca profundización sobre la cantera inexplorada de elementales hallazgos.

Vale la pena, tratar por todos los medios de evitar ese rezago del bachillerato y la universidad con respecto a los vicios en la consulta bibliográfica: la tediosa elaboración de resúmenes, comentarios y extensos trabajos de grado. En esos momentos de miles afanes, se decía, ante el virtual desconcierto, que nadie podía escribir mejor que el autor del texto que se consultaba porque ante el cumplimiento del requerimiento académico y desde una bibliográfica colcha de retazos, se hacían esfuerzos sobrehumanos para atreverse a enfrentar con mínimos elementos a representantes destacados de la ciencia y de las letras.  Personajes que dedicaron toda una vida a la elaboración de una teoría de gran alcance, la misma que terminaba destrozada ante aquellas muy escasas entendederas, buscando ser interpretada con mínimos elementos teóricos y reducidos conocimientos. Pero la intención vale un aceptable, decía el Profesor, de quien se desconocía su real propósito al provocar semejante osadía.

En una carta recibida hace poco, un amable corresponsal anotaba: “Alguien -no recuerdo quien- dijo que ser original era decir algo y no recordar quien lo dijo”… Talvez al conectar esta apreciación con lo expuesto, se aclaran esos espacios en los cuales saltan ciertos chispazos de creación que en medio de la ingenuidad se duda que sean producto del propio cacúmen.

Las fuentes de información han avanzado en forma jamás imaginada. Hace muchos años la base de consulta era la vieja enciclopedia Espasa Calpe, de la biblioteca Pública Ramón Correa -ubicada en la calle 18 entre carreras sexta y séptima, contiguo a El Diario-; talvez la única que existía en Pereira. Esta magna obra complementada con El Tesoro de la Juventud, cubría las expectativas de los estudiantes de la época en cuanto fuentes obligadas de consulta; enormes textos cuyo uso y cuidado pertenecían al control de  Doña Ruth una muy seria dama  de anteojos oscuros, que imponía el orden solamente con la mirada.

De ayer a hoy con la llegada de la Internet, cambió el panorama de la consulta bibliográfica para estudiantes, escritores, periodistas, eruditos y aficionados a escribir cosas. Actualmente existe la conexión a las mejores bibliotecas del mundo que colocan a disposición toda la información que se requiera, miles de documentos de fácil acceso entregan el dato esperado al instante, popularizando el uso de las enciclopedias, siendo las más consultadas: Wikipedia.- Encarta.-
 HYPERLINK "http://www.world.org"
www.world.org
 HYPERLINK "http://books.google.es.-"
http://books.google.es.-
 HYPERLINK "http://www.europeana.eu/portal/"
http://www.europeana.eu/portal/
; información al instante que llega a la mesa de trabajo.

Poco después del acucioso examen de las fuentes y desde el cruce de notas y palabras el autor entrega su producto, superando cada vez con mayor seguridad el conflicto eterno de “la hoja en blanco”. No es sencillo producir un discurso hilvanado para un escrito en el cual se diga algo que no se haya dicho antes o que talvez otros lo hayan dicho en otras palabras u otra lengua; pero ahí van surgiendo la descripción, los datos escuetos, el análisis a veces atrevido, la crítica, la adulación y la presentación simple, dirigida al lector de periódicos.
                                                                        
Todo este panorama hace parte de la eterna formación del ensayista; solamente se espera  ser objeto de la indulgencia de los lectores, porque el proceso de formación carece de punto terminal, aunque se esté referenciando a otros y talvez argumentando con el pensamiento y las palabras de otros. Al respecto, el filósofo Hugo Zemelman, autor de “El Angel de la Historia”, alguna vez nos enseñó que después de pensar y discurrir sobre las teorías y logros alcanzados por investigadores, pensadores y políticos, debe aparecer nuestra posición “original” para determinar los espacios en los cuales se debe entrar a actuar desde la realidad del sujeto; porque en otro caso lo pensado y lo creado entraría a ubicarse en ese otro mundo que no nos pertenece.

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