La ciencia es “el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales” (RAE). Desde la epistemología se plantea que “la investigación o práctica que no cumpla con los requisitos mínimos del método científico, no es ciencia”.
Todo lo que conocemos estuvo guardado en la caja secreta del universo; el ser humano penetró esos espacios con el propósito de comprender la naturaleza y magnificar sus poderes. Muchos de los descubrimientos de los últimos cien años, pueden permanecer ocultos por razones políticas y religiosas. Los informes se dan a pedacitos y el misterio, la especulación y los interrogantes siguen su curso normal. Hay verdades que al ser reveladas pueden generar caos; la mayor parte de los conocimientos de la ciencia en cierto momento estuvieron en entredicho y su investigación inmersa entre lo oculto; el investigador perseguido y sus descubrimientos considerados obras malignas, porque saber y conocer implicaba tener pactos con el demonio, por lo tanto el conocimiento debía ser oculto y los científicos debían buscar protectores y asociarse a comunidades secretas.
Ciencia e investigación se vieron obligadas a ocultarse cuando las invasiones de pueblos guerreros se acomodaron sobre las estructuras de pueblos invadidos. Todo aquello opuesto a la versión oficial era considerado enemigo del régimen: subversivo, espúreo, paracientífico, alternativo, apócrifo, pagano, mal intencionado, ateo, hereje, reo de muerte. Se tuvieron que ocultar la ciencia y el científico, aceptar la cultura del invasor y renegar de creencias que empezaban a ocupar el lugar de lo prohibido. En esta forma la Europa escolástica y medieval instituyó el “Índice” y la Inquisición ; allí cayeron Códices Aztecas y Mayas, teóricos materialistas y racionalistas, librepensadores, existencialistas, teóricos panteistas y cristianos no católicos; literatura, poesía, pintura y toda expresión que careciera de la bendición oficial. Por fortuna un hombre sabio como Juan XXIII, eliminó aunque tardíamente, este señalamiento en una religión que debía moverse por principio entre la tolerancia y el amor. Los regímenes de fuerza y las teocracias obran en consecuencia, sin compasión contra sus oponentes, tratando de ocultar sus obras y buscando borrar su memoria e influencia de la historia presente y futura.
Lo oculto es todo lo que permanece en el silencio de las cosas, lo no descubierto, lo que se encuentra guardado con celo, lo prohibido por alguien que quiere evitar que algo se conozca, lo que no debe saberse ni usarse, lo que se evita investigar y descubrir pero que puede ser conocido por estudiosos y por los denominados “elegidos”. Develar lo oculto, ha tenido serios inconvenientes.
Con la aparición del monoteismo los destronados dioses de las religiones primitivas pasaron a segundo plano entrando a conformar la burocracia de un infierno recién creado. Desde esta perspectiva, el estudio de las Ciencias Ocultas pretende responder a las preguntas que el ser humano se hace sobre lo desconocido para rescatar conocimientos inmersos en el misterio, la trascendencia espiritual, lo alternativo, lo hermético, lo mágico y lo supersticioso; y convierte lo oculto de lo precientífico o pseudocientífico en un espacio de trabajo para teólogos, sociólogos, arqueólogos,
Las especialidades clasificadas tradicionalmente dentro de las Ciencias Ocultas en el marco de la cultura occidental, son: los Evangelios Apócrifos, la libre lectura de la Biblia , algunos temas de historia y religión, algunos modos de vivir, los libros sagrados de otras religiones, la Parapsicología , la Alquimia , la Astrología , la Magia , la Brujería , la Numerología , la Gematría , el Lapidario, la Herbolaria , cierto tipo de música, la Musicoterapia , la Adivinación , la Mitología , la Angelología , la Demonología , la Nueva Era , las Civilizaciones perdidas
, la Ufología , la Criptozoología , la Homeopatía , la Grafología y la Medicina Tradicional China.
Para bien de muchos, algunas de estas “paraciencias” han empezado a ser aceptadas en los recelosos recintos de la ciencia oficial.
Neverg Londoño Arias
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