miércoles, 15 de febrero de 2012

CONFLICTOS DE PAREJA

Una de las conductas humanas que merece revisión, análisis y atención profesional, se refiere al maltrato a la pareja sentimental que ocupa espacios especiales en el marco de la violencia intrafamiliar. En este tipo de agresión lleva la peor parte el más débil o el que permite sumisamente el maltrato; las agresiones de las mujeres hacia los hombres van en aumento –casos ocultos por la vergüenza tradicional del macho-; y en el caso contrario, son estables las estadísticas. El maltrato establece en sí, lo que cada uno de los miembros de la pareja le permite al otro.

En la elección de la pareja prima la atracción mutua: mezcla de compuestos bioquímicos, sociales y psicológicos en el propicio espacio de las necesidades individuales. Usted no se equivoca con la elección, solamente obedece a ese impulso vital que desde lo más remoto de su alma orienta los caminos de la vida. Al entrar en el mundo de la pareja, reconoce una cultura familiar  y como aspirante coloca frente al otro su equipaje repleto de años vividos, conocimientos, experiencias, sueños, olvidos, frustraciones, duelos no resueltos, perversiones, errores, aciertos, desaciertos y renovados deseos de compartir una etapa de este viaje por el universo.

El maltrato hacia la pareja sentimental comienza en el maltrato infantil y se consolida en medio de las trivialidades de la cosificación de la mujer en la cultura occidental, en la réplica de las nuevas corrientes feministas y en la falsa formación del macho de quien se supone que todo lo sabe y todo lo puede. Estas razones se pretenden válidas para que desde el noviazgo se establezcan momentos de maltrato en las limitaciones, las restricciones, las exigencias, las órdenes y los encierros bajo el aliento de la supuesta posesión: lo mío, eternamente mío; apropiación del cuerpo para exigir comportamientos como el encierro y la subordinación, que justifican el solicitar permiso para comer, usar determinadas prendas, salir, pensar y vivir.

La sintomatología del maltrato en los adultos se inscribe dentro de un listado interminable de conductas que van desde los estados demenciales de amores tormentosos, hasta la expresión ilegal de formas de violencia verbal, física y psicológica. Allí se encierra la agresión hacia la pareja en la subvaloración, la culpabilidad, el freno al crecimiento personal y profesional, la burla, las comparaciones, los apodos y el empequeñecimiento del otro hasta hacerlo invisible. Se estilan el chantaje, los chismes, los incumplimientos, la infidelidad, la humillación, la mutilación, las presiones religiosas y políticas y los silencios como castigo. Nada escapa al agresor o agresora como los secretos y la falta de claridad, las relaciones extra que encuentran su apoyo en el machismo o feminismo extremos y la subvaloración del género. Mentiras reiteradas y piadosas y el uso de lo sexual como premio o castigo. Se incluyen las presiones para obligar a contraer matrimonio o tomar decisiones difíciles; los celos enfermizos y el recuerdo reiterado de las bondades de la relación anterior. Todo cabe dentro del uso de un bagaje de maldad y perversión del que solamente es capaz la naturaleza humana, para desconocer al otro y tratar de hacerlo desaparecer.

El maltratador es una persona extraña que puede pertenecer a cualquier submundo. Justifica sus actos violentos con el estrés, el cansancio, la borrachera, el embotamiento y las reiteradas promesas de cambio. El maltratado por su parte, encubre al agresor por el temor a la soledad y la pérdida de la comodidad material, se inscribe en el perdón eterno y en la espera del cambio prometido. Asume estados de autoconmiseración, alejamiento, ocultamiento y silencio. El “Síndrome de Maltrato” conocido también como “Síndrome de Alienación Parental” (SAP), busca ser considerado como alteración del comportamiento para que se incluya en el Manual de Psicopatologías Profesionales, DSM-5; de la American Psychiatric Association (APA).  Esta decisión beneficia a los culpables con la benignidad de los jueces, afectando casos de definición de custodias, cuotas alimentarias, uso de bienes de los cónyuges y tolerancia cómplice  para casos de violencia intrafamiliar.

 Cuando se requiere reafirmar la vida en pareja, cada componente debe darse cuenta sobre lo que acepta del otro, lo que el otro acepta de usted y qué le hace feliz. Apóyese en su grupo familiar, busque protección y ayuda profesional; haga público el problema. Reconozca su importancia como ser humano y acepte que la felicidad y el cambio solamente están en lo más profundo de su ser. - Neverg Londoño Arias.

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