“Estudia y no serás cuando crecido, el juguete vulgar de las pasiones ni el odiado servil de los tiranos” (Alegría de Leer. Evangelista Quintana).
Cada vez que se enfoca el tema de la educación saltan muchos interrogantes sobre la efectividad del sistema educativo. Aprendimos con los teóricos de la microeconomía que la Educación es uno de los elementos fundamentales de la superestructura encargada de servir de apoyo a la base económica, en cualquier tipo de sociedad.
La educación es desde luego una de las grandes prioridades de un Estado encargado de centralizar las políticas educativas para la formación del tipo de ciudadano, que a su juicio, el país necesita. En nuestro país, la base de la formación es la estructura económica desde donde se desprende una filosofía y un modelo pedagógico que apunta a estructurar ese perfil de hombre colombiano. Como el modelo educativo se encuentra definido, la tarea a desarrollar es seguir “los lineamientos generales” que nos dicen lo que se debe hacer.
Miremos algunos precedentes: A diferencia del resto de mamíferos el ser humano es biodependiente y sociodependiente, durante muchos años. Si bien es cierto que al nacer encuentra el mundo hecho: una familia, un medio social, un mundo económico, un mundo tecnológico desarrollado, un mundo de ideologías; su lucha como individuo se centra en la supervivencia entre la maraña de mundos que necesita interpretar. Es la esencia de la educación la que se desprende de este desconcierto de vida: el qué hacer. Así nos podemos aventurar a definir el propósito de estudiar como la búsqueda en la satisfacción de esa necesidad de interpretar el mundo personal para reconocer la propia realidad y su entorno.
Los aprendizajes arrancan antes de proyectar la vida en el intrincado mundo de los programas genéticos de los padres, en los programas de la cultura familiar de papá y mamá y en el mundo que se recibe al nacer. Si bien es cierto que esta acepción es eminentemente determinista, es una manera de mirar el legado que se recibe por derecho. Esta parte primera y esencial va a servir de base para los nuevos aprendizajes.
Afirma uno de los lectores de esta columna*, que a muchos niños en el mundo “…la educacion no les sirve para nada, porque algunos los vemos sin un rumbo comun y a otros con el único objetivo de tener cosas materiales...” Para estos casos es importante determinar el tipo de familia de la cual provienen los niños y los resultados sobre la orientación de las políticas del estado en materia educativa. Vale la pena reiterar que los aprendizajes por elementales que sean, inciden en forma notoria en cada instante de la vida, en los comportamientos de niños y adultos para el reclamo de sus derechos básicos, puesto que en la medida que avanzan los conocimientos se obtienen mayores posibilidades para dar respuestas a los requerimientos del medio y mejorar la calidad de vida.
Las necesidades en la producción apuntan a la formación desde la educación, de mano de obra altamente calificada, mano de obra calificada y mano de obra no calificada. En el sistema educativo opera una gran paradoja porque las demandas de mano de obra son satisfechas con prontitud, pero se continúa trabajando sobre posibles demandas que sobresaturan los bancos de recursos, incrementando los índices de desempleo en todos los niveles del mercado laboral. Es así como la formación profesional favorece la aspiración a obtener cargos calificados, pero aparece la cortapisa de nuevos requisitos que convierten dicha aspiración en una lucha de intereses: la edad, la experiencia, la especialización, el salario al cual se aspira y el apadrinamiento.
La formación está entonces determinada en lo laboral, social y económico por la necesidad de satisfacer las demandas sociales en cuanto la producción de bienes y servicios, en el azar del empleo, y en lo personal por la necesidad de procurarse una vida de calidad, independiente, sin mayores ataduras evitando las presiones molestas que otros nos puedan causar.
Podemos concluir que se estudia para el servicio a los demás y para lograr un ser humano cada día mejor.
Olimpo Sánchez. Comentario a la Columna Programa Prensa Escuela: “Algo más…” El Diario del Otún.- 160210.
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