sábado, 17 de diciembre de 2011

YOAN FELIPE LEÓN VELÁSQUEZ


Yoan Felipe León Velásquez es un niño de 8 años que cursa  el grado tercero de Educación Básica en la Institución Educativa Nuestra Señora de la Presentación del municipio de La Virginia (Risaralda).

En respuesta a las preguntas de su profesora interesada en detectar el origen de sus cuentos, ha manifestado: “ Soy Yoan Felipe León, tengo 8 años de edad. Vivo en el Barrio Tangarife de la Virginia. De La Virginia me gusta la naturaleza y sus parques. Mi papá es Oscar León Sánchez, trabaja dándole testimonio a la gente de Dios. Mi mamá se llama Bibiana León Alarcón, trabaja en la obra de Dios y dando testimonio a la gente de Dios”.

“Me gusta estudiar porque aprendo mucho. Me  gusta escribir cuentos porque le puedo poner lo que quiero y deja enseñanzas. Nadie me ayuda, yo lo hago solo. Cuando sea grande quiero ser un escritor como Gabriel García Márquez”. “Los cuentos se me ocurren con otros cuentos y muñecos. Me gusta leer mucho. He leído “Los pies mágicos de Frani”, “Los tres cerditos y muchos más”.

“Cuando me miro al espejo encuentro que soy muy lindo y que mis manos son un poquito cafecitas y tengo ojos bonitos”.

A tan corta edad, Yoann Felipe maneja un lenguaje de cierta amplitud lo que conlleva a aceptar que sus cuentos son originados desde sus sueños infantiles y desde la constancia en su formación orientada por padres y educadores.  Una nueva muestra de su habilidad para escribir cuentos es esta linda historia de la cebra Sami:

LA CEBRA SAMI

Había una vez una cebra que se llamaba Sami, cuando ella nació no tuvo rayas negras, era tan blanca como el algodón.

Todos se reían de Sami en la escuela porque era muy diferente a todos, pero sus padres le decían que ella era importante así fuera distinta.

Sami se animaba y volvía a la escuela pero sus compañeros la menospreciaban diciéndole: eres fea. Entonces corrió por el  bosque hasta llegar a un estanque allí se miro y dijo llorando:

-      ¿Por qué tuve que nacer así?

Un pajarito que la oyó se le acerco y le pregunto:

-      ¿Qué te pasa?

Sami respondió:

-      No soy igual a mi manada, no tengo rayas negras como las otras cebras.

El pajarito le aconsejó y le dijo:

-      No tienes que ser igual a los otros, ser diferente te hace especial y único, cuando te sientas feliz sin tus rayas te sentirás mejor.

Pasados unos días se encontró con una hormiga que lloraba junto el camino y le dijo a Sami que no la querían porque no era tan fuerte como las otras y Sami se dio cuenta que habían muchos seres diferentes y como uno fuera debía sentirse feliz.

Sami y la hormiga se volvieron amigas y jugaban con sus diferencias, la cebra se escondía en la blanca nieve y la hormiga hacia aviones y barcos con delicadas hojas.

Un día soleado jugaban juntas y a la hormiguita se le cayeron algunas paticas, le salieron antenas y unas alas de muchos colores. Sami vio como se convirtió en una mariposa.

-      Estás muy linda - dijo Sami al anochecer.

La cebra miro las estrellas y dio gracias por ser diferente. En ese momento le salió un cuerno  y unas gigantes alas blancas, se convirtió en un unicornio muy hermoso y voló a muchos lugares enseñando su historia.

Debemos aprender que como seamos es bueno y maravilloso.

1 comentario:

  1. Me encanto este cuento...Felicitaciones a este gran niño escritor...sigue adelante¡¡¡

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