lunes, 5 de diciembre de 2011

AL OÍDO DEL REY


Pablo Victoria es un político bogotano, graduado en Economía. Senador de la República, Profesor universitario, Asesor de empresas, Periodista, e Historiador.

En el estudio que hace sobre el proceso de la independencia de España, en la Nueva Granada, se apoya en los espacios de la contraindependencia y en su recalcitrante antibolivarismo.

Desde esta perspectiva se debe entender que la historia posee dos mundos contrarios: el de los vencedores y el de los vencidos. Regularmente se conoce la historia de los vencedores que elaboran y maximizan los textos de sus hazañas y los presentan como la historia oficial. La historia de los vencidos queda para quienes escudriñan en la historiografía deseosos de encontrar nuevos elementos de análisis.

En “Al oído del rey”, Pablo Victoria se coloca en defensa de la España monárquica, el mundo de los vencidos; tratando de enfocar el fenómeno de la independencia desde lugares poco conocidos.

El comienzo se centró en la conquista de América por los Europeos y la derrota de los pobladores nativos de este vasto continente, después del regalo que el Vaticano hizo a España “para que las naciones bárbaras sean reducidas a la fe católica”; posteriormente debía enfrentar la piratería y el contrabando. Ingleses, portugueses, alemanes y franceses estaban a la cacería de riquezas y territorios, con la venía de las cortes europeas y la iglesia. Algo fortalecía la vida de las colonias: la fe y la lealtad al Rey.

Desde el lado de la España derrotada, llegaban a la corte española informes sobre personas y sucesos de la independencia. Una doméstica red de espionaje político, detallaba cada paso de notables y no notables; y todo el proceso de separación de las provincias, concluyendo con el fin inminente del imperio español en América: “la historia jamás contada sobre la rebelión americana y el genocidio bolivariano”.

Las confidencias y análisis sobre la situación de estas colonias fueron obra de un ciudadano americano funcionario de la nobleza criolla,  quien alertaba al rey Don Fernando VII, sobre la real situación de las provincias y sobre los peligros en el sostenimiento de la dominación española en América: “Sí, porque este señor, don Joaquín de Mosquera y Figueroa, se fue en los tiempos de la revuelta contra España, estuvo en los tumultos de Cádiz y como que por allá murió… Era popayanejo, realista, para más señas, y le dio por anotar todo lo que veía y lo que no había visto, pero que se lo contaban los que si lo vieron…”

Contaba la manera como se fue dando todo el proceso de secesión desde la participación de funcionarios desleales a la corona, el desgobierno, el nepotismo y la falta de sentido de pertenencia en el manejo de la cosa pública. Posteriormente entraron a terciar varias situaciones como el desordenado manejo de las rentas, el caos administrativo y la influencia de las revoluciones  norteamericana y francesa.

Dos nuevos conceptos entraban a terciar en el discurso social: “libertad e independencia”. Todo confluyó con el enfrentamiento entre los pueblos y las continuas  guerras civiles de las cuales aún persiste ese espíritu guerrerista y poco conforme.
         
El Siglo XIX, en América Española a fines de la Colonia, dependía de una vida apacible; notables avances en la prevención y tratamiento de enfermedades; activo comercio con la metrópoli y con los pueblos del continente y el persistente deseo de hacer nuevos asentamientos en tierras fértiles.

Pero los acontecimientos que se precipitaron determinaron a que en 1824 el imperio español en América se encontrara completamente colapsado. De todas sus inmensas posesiones solamente quedaban Cuba y Puerto Rico. Algo imposible de detener. Pero también, para poca fortuna, se lograba percibir que los nuevos gobernantes empezaban a caer en los mismos errores que terminaron con el antiguo régimen.
         
Muchos años después los pueblos que antes hacían parte del dominio español, buscan aún algo de la identidad perdida y la liberación e independencia de los vicios que en un momento de la historia generaron su decadencia.

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