lunes, 5 de diciembre de 2011

AUTOCRACIO

La autocracia ha sido una de las respuestas al modelo de autoridad tradicional, fundamentado en la verticalidad y los excesos. Al aplicarse a las cosas del estado ha generado dificultades en los procesos de desarrollo, en atención a lo cual los nuevos aires que alientan las condiciones políticas, evitan estas situaciones que desgastan en forma notable la vida de las naciones.

En el entorno de la autocracia aparecen unos comportamientos caracterizados por la desadaptación, el autoritarismo, la verticalidad en las decisiones y las dificultades para aceptar el concepto, dando cuerpo a los delitos de opinión. Pero, los esfuerzos se aúnan para superar las situaciones que de ahí se van derivando. 

Por reflejo de lo que empieza a manifestarse en el entorno social y en virtud del “dejar hacer y dejar pasar”, al interior del hogar surge la figura de “Autocracio”, un modelo de niño, con características especiales, el pequeño tirano manipulador y dominante empeñado  en controlar a los adultos: familia, padres, madres educadores(as) y grupos de clase.

 Todo puede comenzar en los espacios no controlados de la vida familiar, con la sobreprotección, la carencia de necesidades y la satisfacción inmediata de caprichos y deseos, que consideran a niños y niñas como “reyecitos”, “princesitas”, “eternos ganadores porque sí”; carentes de una necesaria tolerancia a la frustración.

 Al ingresar a la institución escolar niños y niñas experimentan una gran felicidad al participar de nuevos espacios, conocer personitas distintas y participar de una vida en común en un lugar diferente. Pero cuando llegan  los cambios aparece la sensación de restricción enmarcada en el orden, la normatividad, la aceptación y la obediencia. Algunos niños(as) se resienten y hacen de ese primer paseo por la socialización algo ingrato. La reacción llega sin afanes y se empiezan a presentar brotes de indisciplina ante la dificultad para adaptarse a ese mundo diferente que les llega sin solicitarlo.

En este momento se puede cometer el error de calificar al niño con términos y palabras poco amables, desde un diagnóstico errado. Los niños quedan señalados como tales generando posibles conductas que pueden llegar a marcar su personalidad de adulto.

Una de las reacciones más comunes contra la normatividad y la insatisfacción inmediata de los deseos se encuentra en las pataletas. Los pequeños no están formados para aceptar restricciones y aplazamientos fundamentados en normas, horarios y prioridades. Su exigencia se hace inmediata, en forma violenta, buscando satisfacer una necesidad igualmente inmediata. Estos comportamientos obedecen a la manera como el mundo interior busca salidas en el mundo de las acciones y las satisfacciones.

Cuando se cede a los reclamos airados del niño, la pataleta se convierte en instrumento útil para controlar a los adultos y lograr de ellos  lo que se quiere.

En el caso de los comportamientos poco amables de los niños en virtud de su papel autocrático en medio del miedo de los adultos a causar daño, conviene proveerse de una buena dosis de paciencia, dejar que el disgusto tome su curso normal hasta que la situación esté controlada por sí misma. No es pertinente ceder bajo esta presión de alto voltaje, porque las circunstancias de operación, cada vez serán peores si desde un comienzo no se establecen los controles adecuados. Para lograr comportamientos nuevos se pueden establecer pequeños  acuerdos que tienen como base el cumplimiento, la consistencia y las buenas intenciones. Una disciplina de acuerdos, en medio del amor y el buen trato, es funcional.

En todo tipo de problema con los niños se hace necesario reflexionar sobre cada situación, analizar cada comportamiento, tratar de entender las condiciones en que se encuentra cada actor y la capacidad de control que tienen sobre sus emociones para tratar de sacar una respuesta que favorezca y forme. 

No existe una fórmula precisa para lograr los comportamientos deseados por los adultos. Algunos métodos funcionan en determinados casos, pero no son regla general. Toda norma va anclada a las acciones  del día y al comportamiento general afín con las actividades de rutina del niño(a) y de la familia.

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