martes, 17 de abril de 2012

SEMBLANZA DE AFRICA

-anaquel-nla-117/I
El continente africano es por muchas razones la patria olvidada, el asentamiento milenario de parientes lejanos. Allí se encontraron los restos de los primeros seres humanos después de un largo proceso de evolución, fue la cuna de los ancestros negados que llegaron a América como esclavos que agregaron un ingrediente más al caldo de cultivo del mestizaje.

África vive en la música, el color de la piel, el ritmo acompasado de la música, en el Caribe legendario, en el Pacífico ignorado, en todos los lugares del mundo.

Para nosotros es poco conocida su poesía, la misma que demarca los límites del alma: poesía entremezclada con sus ritos y sus sueños:

SORTILEGIO YORUBA CONTRA EL ENEMIGO:
Cuando intentan atrapar un camaleón bajo una estera,  
el camaleón toma el color de la estera y se confunde con ella.
Cuando intentan atrapar a un cocodrilo en el lecho del río, 
el cocodrilo toma el color del agua y se confunde con la corriente.
Cuando intente atraparme el hechicero, 
¡Que pueda yo cobrar la agilidad del viento y escapar de un soplo!

CANTO DE FUEGO DEL PUEBLO BANTÚ
Fuego que contemplan los hombres en la noche, en la noche profunda. Fuego que ardes sin quemar, que brillas sin arder.
Fuego que vuelas sin cuerpo, 
fuego sin corazón que no conoces hogar ni tienes chozas.
Fuego transparente de palmeras: un hombre te invoca sin miedo.
Fuego de los hechiceros.
¿Tu padre dónde está? ¿Tu madre dónde está? ¿Quién te ha alimentado?¿Eres tu padre, eres tu madre?
Pasas y no dejas rastros. 
La leña seca no te engendra, no tienes por hijas a las cenizas. 
Mueres y no mueres, el alma errante se transforma en ti y nadie lo sabe.
Fuego de los hechiceros, 
espíritu de las aguas inferiores y los seres superiores. 
Fuego que brillas, luciérnaga que iluminas el pantano. 
Pájaro sin alas, cara sin cuerpo.
Espíritu de la fuerza del fuego, escucha mi voz: 
un hombre te invoca sin miedo.

CANCIÓN DEL PÁJARO DEL AMOR DEL PUEBLO MANDINGA
Pero déjame ¡Oh, Dejamberé! 
Tú que llevas la banda de franjas largas, déjame cantar a los pájaros, 
los pájaros que escuchan a la princesa 
que parte y recibe sus últimas confidencias.
Y ustedes doncellas, canten, canten dulcemente.
“Lah, lah”, el bello pájaro y tú, dueño del fusil formidable; 
déjame contemplar el pájaro del amor, 
el pájaro que mi amigo y yo amamos.
Déjame, dueño de la túnica espléndida, 
amo de las vestiduras más brillantes que la claridad del día.
 ¡Déjame amar al pájaro del amor!

LAMENTO DEL PUEBLO AZANDE
El niño ha muerto; 
cubrámonos la cara con tierra blanca.
Cuatro hijos he parido en la choza de mi esposo. 
Solamente el cuarto vive.
Quisiera llorar, 
pero en la aldea está prohibida la tristeza.

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