-anaquel-nla-916/VI
La infancia se desarrolla entre el derecho y el deber. Para niños y niñas existe una serie de derechos frente a los cuales los deberes deben hacerse visibles; con ellos se establece un equilibrio normal que deriva en respeto y acatamiento a la infancia.
El derecho lo entrega la sociedad a cada uno de sus miembros y el deber aparece al interior de un proceso formativo que repercute en el hábito, base de la estructura de la costumbre.
El hábito surge con el refuerzo a las conductas e incide en la adquisición de capacidades y percepciones frente a situaciones que proporcionan alguna utilidad y en las que se requiere demostrar capacidad y talento. Los logros maduran la personalidad, fortalecen la autonomía, el autocontrol y la autosuficiencia, preservan la salud física, mental y social y hacen visibles los comportamientos.
Cada uno de los aprendizajes se afianza para operar con seguridad en la etapa siguiente de la vida con el apoyo inmediato de la paciencia, la constancia y la repetición del hecho como costumbre ampliando su campo de acción en los espacios de la enseñanza preventiva y en la enseñanza constructiva.
Para la generación de buenos hábitos en los niños, se debe hacer uso de la firmeza, la constancia, la convicción y la persistencia en los horarios. Desde estos espacios se deben propiciar ambientes flexibles, marcando y regulando tiempos y facilitando el conocimiento de cada momento. La rigurosidad determina los límites en los cuales se permite el movimiento; para sobrepasarlos se necesita de una negociación desde la comprensión del hábito. Como ejemplo se pueden tomar los horarios para las comidas, importantes por el reconocimiento de un lugar físico y un espacio en el tiempo para comer, disfrutar de la mesa y los alimentos y vivir la oportunidad del encuentro.
La sobreprotección evita que el niño aprenda y en general arruina su vida. Los premios y los castigos tienen su importancia, sin embargo se logran mejores aprendizajes desde la negociación. El acuerdo depende de la edad, evita las imposiciones, el autoritarismo y la cantaleta, y conduce con seguridad al autocuidado y el estar bien, en niños y en niñas. La lúdica como herramienta de aprendizaje es fundamental, porque el niño se mueve entre el juego y la fantasía; desde allí se realizan actividades que redundan en la apropiación de aprendizajes y de hábitos. Con los hábitos se apropian los deberes y desde los deberes se fortalecen las negociaciones: “Si cumples vamos a lograr tales cosas… y vamos a vivir en armonía”.
No se debe premiar al niño por las cosas que hace bien, porque este es su deber y el deber tiene que ser asumido como una actividad de rutina. Los hábitos son regalos de vida, pero solamente tienen la posibilidad de adoptarse en la medida que existe el refuerzo desde los comportamientos modelo, de los adultos. El hábito de la lectura se adquiere leyéndole al niño y pidiéndole luego que lea, en esta forma también se adquieren los hábitos de comer estudiar, realizar juegos que requieren concentración y cuidado; el hábito del autocuidado personal: higiene, alimentación y las rutinas iniciales antes de dormir y el sueño.
Es conveniente evitar las comparaciones, estas afectan a las personas y las minimizan antes que enaltecerlas, al desconocer esa individualidad única e intransferible. Para el caso existen pautas culturales que diferencian las actividades de género y determinan las diferencias individuales. Todo confluye a mostrar la tarea de los padres consistente en la formación de seres autónomos.
En el caso del estudio y el aprendizaje, estos tienen su rango normal de dificultad. El hábito del estudio se adquiere mostrándole al niño que tiene capacidades para enfrentar sus obligaciones y comprender que cumplir con sus deberes le da seguridad. Los padres no deben olvidar que el niño puede equivocarse y puede estar en capacidad de enmendar los errores.
En el caso del estudio y el aprendizaje, estos tienen su rango normal de dificultad. El hábito del estudio se adquiere mostrándole al niño que tiene capacidades para enfrentar sus obligaciones y comprender que cumplir con sus deberes le da seguridad. Los padres no deben olvidar que el niño puede equivocarse y puede estar en capacidad de enmendar los errores.
Gran parte del aprendizaje lo ofrecen las tareas, pero si los padres intervienen haciéndolas, el niño pierde su seguridad y aumenta una dependencia enfermiza, de la cual difícilmente va a escapar.
-NLA-
No hay comentarios:
Publicar un comentario