martes, 24 de abril de 2012


AMIGA MAESTRA, AMIGO MAESTRO…

El reconocimiento que se hace a su labor es un indicador de que algo bueno ha construido desde el propósito personal de formar los ciudadanos del mundo.

Es posible que en el Día del Educador haya aplausos, adulaciones y condecoraciones; cortinas de humo ante la situación real: la lucha permanente por el reconocimiento de su labor y el reclamo del derecho a vivir en condiciones dignas, como seres humanos que participan en la construcción del llamado mundo mejor.

Como planificador de futuros, Amigo Maestro, debe tener siempre en cuenta que los aprendizajes están inmersos en la historia del universo, en la historia del mundo y en la historia del ser humano y que se necesita de un destello de genialidad para ser descubiertos por la misma sed, jamás saciada, de aprender.

Escuche al estudiante que espera su compañía afectuosa, trate de caminar a su lado por el largo trecho de los aprendizajes, brinde la seguridad que dan sus conocimientos y emprenda la búsqueda de la sabiduría que cada quien merece de acuerdo con el esfuerzo por lograrla, los propios intereses, los propios sueños y esperanzas.

Acepte que el maestro no es el dueño ni el guardián del templo de la sabiduría, simplemente es un estudiante adelantado que puede acompañar a los nuevos estudiantes en el descubrimiento de su inteligencia personal y podrá mostrar los caminos recorridos, para andar con pie firme y mirada segura hacia el umbral del conocimiento.  No se crea el dueño de la verdad, ni el mejor en el área de su especialidad. Nunca olvide que hay otros mejores que usted. Cubra de humildad su condición de aprendiz de sabio y sea prudente cuando lo ensalcen.

Así posea muchos saberes nunca podrá encontrar el sonido vedado al sordo, el lenguaje negado al mudo, ni la luz perdida en el ciego. Ellos le mostrarán un lenguaje que usted no conoce, a través del cual interpretan
su propio universo; su mundo particular lleno de luces, imágenes y sonidos, sus personales caminos; le enseñarán sobre la existencia de otras formas de aprender y otras formas de  sacarle partido a las dificultades, para aproximarse al espacio que queda al lado de sus limitaciones.

Regocíjese con sus éxitos porque la vida le ha regalado la oportunidad de afinar los estados de alma de sus estudiantes, en quienes encontrará los resultados de su trabajo en la medida que sean capaces de dar múltiples respuestas a los interrogantes de la vida. Siempre encontrará quien lo recuerde y desde el fondo del alma de todo ser humano, en cualquier momento saltará la imagen del maestro que una vez encendió una luz para que el paso por la vida fuera menos escabroso.

Indique a sus estudiantes que en las aulas se inician los caminos escalonados que les pertenecen y a los cuales pueden acceder con tiempo y paciencia. Si les toca detenerse es porque aún no han logrado obtener la fuerza y la audacia para avanzar. Anímelos porque su palabra es mágica, tiene fuerza y convicción, a través de ella logrará el avance esperado en el día que ha de llegar. 

Sea reiterativo con sus estudiantes a que descubran por sus propios medios los misterios del universo que a nadie se le niegan, a que  aprendan que están allí disponibles para ser apropiados por quienes tengan la posibilidad de atreverse a tomarlos, para el bien de la humanidad. Nunca olvide en su carrera y en la de sus estudiantes, el hecho de que otros hayan llegado antes, su misión les indicó que debían allanar el camino.

Inculque en sus estudiantes la necesidad de reconocer que el conocimiento es patrimonio universal y tanto ellos como usted también merecen ser los primeros  y los mejores.

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