martes, 17 de enero de 2012

ESTRÉS POST-VACACIONES

Cuando ha transcurrido gran parte del año laboral y se han empezado a cumplir  las metas trazadas, se evidencian los resultados de la gestión a corto o a largo plazo. En las etapas terminales de cada proyecto y concluidos los procesos de  seguimiento, empieza también a manifestarse en las personas la sintomatología del cansancio como componente del estrés laboral: alteraciones en el carácter y la conducta, mal humor, mínima concentración y profundización del desgaste físico, nervioso y psíquico.  

La situación puede mejorar si se tiene en cuenta que entre las condiciones del contrato de trabajo se determina un período de cambio en la actividad laboral: las vacaciones.  Cuando éstas son próximas, se organizan las tareas para el nuevo comienzo, las actividades bajan su ritmo y el cuerpo y el ambiente se predisponen para el descanso esperado.  Las vacaciones se gozan como quien sale de un encierro prolongado; numerosas las expectativas e incontables los planes. Sin embargo, algo queda atado a la rutina, al despertador y al baño diario en la madrugada. Muchas veces nos sorprende la realidad bajo la ducha o recorriendo el camino diario para ingresar al lugar de trabajo…

Las vacaciones son  un período en el cual la vida se desordena un poco en el sueño de las posibilidades de viajes con el propósito de requemar la piel de cara al sol en la playa o en la montaña, beber unos tragos de más porque el  ocio aguanta el guayabo, cambiar las rutinas y variar de actividad con ocupaciones de descanso.

Cuando terminan las vacaciones, queda la sensación del faltante: algo que no se sabe qué es… El descanso tiene su cansancio y el regreso a la labor ya está registrado en la nómina. El primer día del nuevo comienzo es una novedad. Es como estrenar escritorio, compañeros, jefe. Reiniciar tareas y tratar de empatar los hilos de lo hecho  antes, con lo que se debe iniciar ahora. Tratar de lograr que el cuerpo se reacomode aunque aparecen las imágenes de las pasadas horas vacías,  el ocio de la playa y la montaña; de la ciudad o el campo; de la soledad de la alcoba o la algarabía de la familia.

De la misma manera aparecen los resultados de los excesos: unos kilos de más, tarjetas de crédito al tope y una que otra metida de pata que tiene acomodo en los remordimientos.

Por todas estas razones, la nueva imagen del estrés salta sobre la humanidad de muchas personas permeables a este tipo de comportamientos y tensiones: el reingreso se asume con cierta apatía hacia el trabajo, cansancio y pesadez. Se desea responder a las tareas, pero hay cosas muy internas que lo impiden. Aparece la depresión, la angustia, el cansancio nuevo y el deseo de salir corriendo. Esta es la llegada inesperada de un nuevo estado de tensión, un mecanismo de defensa: el estrés postvacaciones.

El estrés o “síndrome general de adaptación”,   es un estado de tensión emocional y física que influye en forma negativa en el organismo. Se presenta con momentos de tristeza, culpa, rabia, odio, resentimiento, agresividad, miedo, pérdida del sentido de la vida, insomnio, nerviosismo, irritabilidad, fatiga crónica y malestar muscular sobre todo en el cuello y la espalda.

Todo obedece al surgimiento de acontecimientos negativos de la cotidianidad y pensamientos que generan malestar. Las personas afectadas por el estrés, requieren atención para evitar que esta situación se convierta en una patología de mayor cuidado.

Para el tratamiento del estrés se recomienda:
-Tener en cuenta que el problema es personal, por lo cual se debe hacer uso de la voluntad y los pensamientos positivos;
-Procurar desarrollar un proceso de adaptación a cada una de las situaciones que se presentan en todos los ambientes, enfrentando el evento estresante;
-Tomar la determinación de mejorar la forma de vivir, recreando el mundo ideal que se anhela.
-Prestar mayor atención al organismo, incrementando la actividad física y el reposo.
-Aprender una buena técnica de respiración y de relajación;
-Mejorar la alimentación para obtener salud y bienestar
-Y evitar el uso excesivo de alcohol, café, té y azúcares.
-Pero, ante todo… buscar ayuda profesional.

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