HOMENAJE
La infancia estuvo llena de aprendizajes. Para
entonces el mundo se abría ante la sorprendente profusión de cosas por conocer
y explicar, ubicadas entre la certeza y la fascinación. La palabra expuesta sobre
todos los seres del mundo se entregaba para ser aprendida. Madre, padre,
familia y todas las personas del entorno, se dieron a la tarea de colaborar en
la formación de la nueva generación.
Como todos los caminos de la infancia conducen a la
escuela, allí se encontraron las cosas señaladas con su nombre. La institución
apareció un día de sorpresas y de cambios, y el maestro(a) como anfitrión se
ofrecía a llevarnos de la mano por el mundo de sus saberes, en una etapa que
comenzaba allí para proyectarse en el tiempo, a todos los tiempos, a toda la
vida.
Tanto el preescolar como la escuela primaria estuvieron en los dominios
de la infancia. El aprendizaje de la lectura y la escritura fueron la marca
inicial en el conocimiento y en el alma; estas abrieron las páginas del libro y
nos llevaron por los cientos de mundos inscritos en los territorios mágicos de
la palabra. Lectura y escritura aprendidos una vez y para siempre con el toque
mágico del silabeo y la guía de una mano, una voz y una tarea; fueron las
llaves del futuro entregadas antes de señalar el escalón para el próximo
ascenso.
Cuando se descubrieron universos distintos entre la
fantasía, el libro, las historias reales del periódico y la comprensión de los
textos y la palabra, se alimentó la idea de transformar el mundo. Pero parecía
que estas actitudes solamente eran el eco de nuestro cuerpo que cambiaba sin
remedio; nos estábamos despojando de la piel de la infancia. El educador(a)
indicaba que todo era susceptible de cambiar, porque él también lo había
intentado, pero aún faltaban otras etapas para recorrer y otros escalones para
ascender, porque las exigencias no eran tan elementales.
En el encuentro con la universidad, llegaron
rostros nuevos encarnando el alma del primer maestro(a), el único; surgidos
para acreditar el desempeño social desde el servicio directo a la comunidad. Un
ejercicio profesional fundamentado en
conocimientos especializados. La
transformación del mundo era posible y estaba en nuestras manos. Pero en ese
instante llegó el adulto y la necesidad de definir otros espacios de vida más
concretos.
La particularidad de los conocimientos guías se
convirtieron en los pilares de los momentos académicos que era necesario
continuar: especializaciones, maestrías,
doctorados, postdoctorados, venían a exigir gran formación
académica para un estudiante receptivo y
dispuesto. No importaba el nivel, “el maestro(a) llegaba en el momento preciso
que el estudiante lo reclamara”. Las
necesidades del mundo estaban a su alcance para ser interpretadas y a la vez
garantizaban que la formación era la adecuada para asumir tareas y
responsabilidades propias de las transformaciones y llenar de paz, tranquilidad
y alegría los espacios en los cuales los seres humanos debían hacer uso de la
posibilidad de un mundo feliz.
Ahora se recuerda que todo comenzó cuando se
aprendió a leer y escribir. La tarea está muy avanzada pero no concluye. La
palabra orientadora permanece en los innumerables momentos del conocimiento, la
misma con la cual se aprendió la primera sílaba.
Se ha caminado sobre el tiempo con un derrotero de
viaje, marcado por alguien que nos enseñó a pensar y que nos alentó para hacer
posibles nuestros sueños.
Por estas y muchas razones más,
¡GraciasMaestra!,
¡Gracias Maestro!
No hay comentarios:
Publicar un comentario