COMPORTAMIENTO
Y APRENDIZAJE
Las
apreciaciones de los lectores sobre los temas tratados en las columnas de
opinión, son buenos indicadores de que
la comunicación es posible y que esta fluye en ambos sentidos. Esta es una
voz viva que dice cosas y que llama la atención al columnista, en asuntos que
posiblemente han dado resultado en la vida práctica del lector.
Uno de
los temas tratados con alguna regularidad por los medios y que ha podido
generar sana discrepancia, se refiere a la acción de la psicología que presenta
modelos de intervención un tanto opuestos al comportamiento de miembros del
núcleo familiar, que acogen el uso de
los esquemas tradicionales, fundamentados en la subordinación, el castigo y la
obediencia ciega.
El
psicólogo profesional orienta para el logro de unos adecuados procesos de
formación y aprendizaje. Los esquemas de la cultura familiar, tienen como
fuerza la experiencia de muchos años y la posibilidad de quien aplica, de
presentarse como resultado vivo del modelo.
Por su lado, la institución educativa trata de acoplarse a los deseos de
la familia con las modernas exigencias de la pedagogía en los procesos de
formación y guía de los estudiantes, que incluyen la orientación psicológica.
Desde el
preciso momento de la concepción se vive entre los comportamientos y se actúa
desde la observación, el análisis y la propuesta de correctivos. Se comparten las conductas de la madre, una
vida que vive en otra incluyendo su mundo exterior. El programa genético de
madre y padre son determinantes de una herencia familiar y unas conductas que
vienen como aditamento para el nuevo ser, con una cantidad de cosas prefijadas.
El
nacimiento es el desprendimiento de una atadura biológica, que conserva una
información a partir de la cual se puede empezar a vivir e interpretar el
mundo.
Cuando se
nace el mundo está hecho: la familia, la ciudad, la sociedad, la economía, la
religión, la política, los problemas y las costumbres. Los comportamientos se
canalizan sobre lo construido, empiezan las exploraciones y la construcción de
lo personal.
Los
primeros psicólogos están en el hogar, observando, reformulando, construyendo
afectos y readecuando los comportamientos. El niño(a) toma la información,
acepta o deniega los ofrecimientos y construye sus propios espacios,
delimitando la comunicación con los adultos por los gestos, el llanto, las
pataletas y las palabras. La manipulación de unos y otros es constante. Familia y entorno llegan a ser dominantes en
los comportamientos que el niño asimila para convivir con otros.
La
agresión, la violencia, la pasividad, la ausencia de afectos y la dependencia,
así como la tolerancia, la sencillez, los deseos de liberarse y un mundo de
amor, entran a marcar conductas de importancia manifiesta.
El paso
de una etapa a otra sugiere enfrentar momentos nuevos. La infancia se soporta
porque el ambiente familiar es protector. La adolescencia golpea con los
cambios orgánicos y de vida. Asumir la independencia del hogar, es dificultoso.
Los compromisos profesionales crean a veces situaciones de conflicto. Las
separaciones y los desprendimientos nos mueven el piso. En la época de los
cambios se busca una personalidad armónica, una familia a la medida de los
deseos y una sociedad que acepte nuestros desvaríos.
La
respuesta de la familia y de la misma sociedad es a veces poco amable. Se es
rebelde porque surge la necesidad de enfrentar el mundo, cambiarlo para obtener
algún beneficio. Por lo anotado, es imposible separar el acto psicológico de
nuestros comportamientos. La ayuda externa es la manera de entender que otro
punto de vista puede ser favorable. La terapia es una voz de acompañamiento.
Se puede
concluir que hay muchas maneras de enfrentar los problemas personales,
familiares y de nuestro entorno. Lo que importa es que la solución realmente
ayude a sanar la dificultad con el propósito de entregar una salida aceptable
para que no nos duela la vida.
-NLA-
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