martes, 31 de julio de 2012


COMPORTAMIENTO Y APRENDIZAJE


Las apreciaciones de los lectores sobre los temas tratados en las columnas de opinión, son buenos indicadores de que  la comunicación es posible y que esta fluye en ambos sentidos. Esta es una voz viva que dice cosas y que llama la atención al columnista, en asuntos que posiblemente han dado resultado en la vida práctica del lector.

Uno de los temas tratados con alguna regularidad por los medios y que ha podido generar sana discrepancia, se refiere a la acción de la psicología que presenta modelos de intervención un tanto opuestos al comportamiento de miembros del núcleo familiar, que acogen  el uso de los esquemas tradicionales, fundamentados en la subordinación, el castigo y la obediencia ciega.

El psicólogo profesional orienta para el logro de unos adecuados procesos de formación y aprendizaje. Los esquemas de la cultura familiar, tienen como fuerza la experiencia de muchos años y la posibilidad de quien aplica, de presentarse como resultado vivo del modelo.  Por su lado, la institución educativa trata de acoplarse a los deseos de la familia con las modernas exigencias de la pedagogía en los procesos de formación y guía de los estudiantes, que incluyen la orientación psicológica.

Desde el preciso momento de la concepción se vive entre los comportamientos y se actúa desde la observación, el análisis y la propuesta de correctivos.  Se comparten las conductas de la madre, una vida que vive en otra incluyendo su mundo exterior. El programa genético de madre y padre son determinantes de una herencia familiar y unas conductas que vienen como aditamento para el nuevo ser, con una cantidad de cosas prefijadas.

El nacimiento es el desprendimiento de una atadura biológica, que conserva una información a partir de la cual se puede empezar a vivir e interpretar el mundo.

Cuando se nace el mundo está hecho: la familia, la ciudad, la sociedad, la economía, la religión, la política, los problemas y las costumbres. Los comportamientos se canalizan sobre lo construido, empiezan las exploraciones y la construcción de lo personal.

Los primeros psicólogos están en el hogar, observando, reformulando, construyendo afectos y readecuando los comportamientos. El niño(a) toma la información, acepta o deniega los ofrecimientos y construye sus propios espacios, delimitando la comunicación con los adultos por los gestos, el llanto, las pataletas y las palabras. La manipulación de unos y otros es constante.  Familia y entorno llegan a ser dominantes en los comportamientos que el niño asimila para convivir con otros.

La agresión, la violencia, la pasividad, la ausencia de afectos y la dependencia, así como la tolerancia, la sencillez, los deseos de liberarse y un mundo de amor, entran a marcar conductas de importancia manifiesta.

El paso de una etapa a otra sugiere enfrentar momentos nuevos. La infancia se soporta porque el ambiente familiar es protector. La adolescencia golpea con los cambios orgánicos y de vida. Asumir la independencia del hogar, es dificultoso. Los compromisos profesionales crean a veces situaciones de conflicto. Las separaciones y los desprendimientos nos mueven el piso. En la época de los cambios se busca una personalidad armónica, una familia a la medida de los deseos y una sociedad que acepte nuestros desvaríos.

La respuesta de la familia y de la misma sociedad es a veces poco amable. Se es rebelde porque surge la necesidad de enfrentar el mundo, cambiarlo para obtener algún beneficio. Por lo anotado, es imposible separar el acto psicológico de nuestros comportamientos. La ayuda externa es la manera de entender que otro punto de vista puede ser favorable. La terapia es una voz de acompañamiento.

Se puede concluir que hay muchas maneras de enfrentar los problemas personales, familiares y de nuestro entorno. Lo que importa es que la solución realmente ayude a sanar la dificultad con el propósito de entregar una salida aceptable para que no nos duela la vida.
-NLA-

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