La violencia responde a un acto de agresión e intimidación hacia el otro que ha sido considerado como amenaza; es entonces cuando se le trata de subestimar, marginar, disminuir, desaparecer, hacer invisible. Para lograrlo se recurre al uso de la palabra y la fuerza, solamente porque es diferente su pensar, su actuar y su poseer. La réplica conlleva a acciones en la misma dirección y en el mismo sentido.
Las remotas manifestaciones de la violencia se encuentran en los espacios de la supervivencia de los seres y en los genes que protegen la vida, proyectados hacia un territorio que garantiza alimentación y cuidado. Los actos agresivos tendientes al desconocimiento e invasión de un agresor, activan la reacción del agredido que se defiende.
La violencia tiene infinidad de escenarios en los cuales se hacen palpables las reacciones inmediatas del organismo personal, familiar y social. El acto violento toma cuerpo desde la palabra que hiere, hasta la bomba que arrasa un pueblo indefenso. Ocupa escenarios en los cuales se mueve el ser humano de toda condición y toma la forma de marginalidad, maltrato, abuso y violación.
La violencia social es dominada por actores que poseen intereses personales o de grupo, que deciden la conformación de aparatos militares para la agresión y la defensa, amparados en el determinante político, patrimonio inocultable de muchos movimientos nacidos para actuar con violencia.
El nuevo término de la “NOVIOLENCIA”, señala una propuesta ante el compromiso con el respeto, el reconocimiento, la aceptación y la tolerancia. Estas acciones se pueden convertir en actos políticos o religiosos en procura de la renovación social, que logre capitalizar formas de acción y cooperación para llegar a una paz duradera. Las acciones personales y colectivas que pueden dirigir la construcción de la “noviolencia” deben partir del desarme del espíritu con el fomento del perdón y tal vez del olvido.
Las manifestaciones de la “noviolencia”, tienen su asiento en la resistencia pasiva, la desobediencia civil, la distribución equitativa de los alimentos en el mundo, el ayuno, la austeridad, el amor al prójimo y la coherencia ética. El discurso exige una construcción desde la verdad, la cohesión social, la interiorización de los valores de inclusión, aceptación, tolerancia, respeto y humildad, el reconocimiento del otro y la defensa de su dignidad. La no violencia hacia la naturaleza propone el respeto por la vida de todos los seres.
La no violencia en lo político rechaza el militarismo; y refuerza la voluntad de las mayorías; el derecho a disentir, la abstención y el voto en blanco en los procesos electorales, para demostrar la existencia de la libertad para opinar. Los métodos acogidos por la “noviolencia” determinan las rutinas de la vida en la paz como el trabajo honrado, los procesos de formación y la vida armónica en familia.
Las demostraciones públicas de la no violencia en los últimos tiempos han dejado algunos momentos de grata recordación, como la invención de la “escopetarra” por un músico colombiano, los conciertos de “Paz sin fronteras”, la lucha por los derechos humanos y el respeto por las minorías, el juego limpio en el fútbol, la lucha contra las minas antipersonas, la cooperación internacional para atenuar los problemas de las guerras y la ayuda humanitaria para los pueblos hambrientos y víctimas de catástrofes naturales.
La “noviolencia” siempre será un remanso de paz.
Algunos ejemplos de métodos no violentos:
- Manifestación contra la Guerra del Golfo (1991), frente a una base militar en Frankfurt-am-Main.
- Rechazo a la discriminación.
- La no-colaboración con las prácticas violentas.
- La denuncia de todos los hechos de violencia y formas de discriminación.
- La desobediencia civil.
- La organización y movilización social.
- La Objeción de conciencia al servicio militar.
- La huelga de hambre.
- La huelga y el boicot a un producto o empresa.
- Las manifestaciones pacíficas.
- El bloqueo y la no colaboración con los actos violentos.
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