La “Historia Universal de las Exploraciones” es poco amable con Colón y los resultados posteriores de su descubrimiento: “Con la generosidad que manifiesta en lo espiritual, España engrandecida por Colón, le ha perdonado el que sepultara su porvenir y lo ha hecho inmortal. Así Colón marca en la historia el apogeo de un factor muy estéril: el papel fatídico de los aventureros de raza blanca, tema principal del Siglo XVI”.
Todo empezó en la última década del Siglo XV, el día que se presentó un importante acontecimiento en la historia naval de España: el encuentro inesperado de una pequeña flota española con un grupo de islas pertenecientes a las Antillas, cuando se pretendía llegar a la India , a territorios del Gran Kan.
El proyecto financiado por comerciantes, navegantes y judíos adinerados, no contaba con este suceso que a la postre se convirtió en el comienzo de una larga historia de conquistas y coloniajes que confluyó con dar forma a las estructuras sociales, culturales y económicas de América.
Las noticias sobre otras tierras más allá de los mares, formaron parte de los relatos de viajeros, navegantes, astrónomos y científicos: Estrabón planteó el domino de los mares “navegando por rutas contrarias a las conocidas”. Platón no olvidó la existencia de la Atlántida y Séneca aseguró la existencia de otro continente. La vida rutinaria de muchos navegantes vikingos, polinesios y chinos, anteriores a Colón, hicieron posible las visitas periódicas a diferentes lugares de América. Las investigaciones recientes lo confirman.
El historiador Germán Arciniegas adujo que “El tema del Descubrimiento es más viejo que Colón, nace con los Cruzados… No hay que hablar de Descubrimiento de América sino de una serie de descubrimientos que van sucediéndose hasta entonces y culminaron con el de la Atlántida restaurada”. Desde esta perspectiva se llegó a calificar el Descubrimiento de América como “una leyenda rosa”.
Desde aquel instante memorable en el cual Juan Rodríguez Bermejo gritó: ¡Tierra!, en la mañana del 12 de Octubre de 1492, la vida de América India empezó a ser diferente. Se enseñorearon la crueldad, la abominación, la barbarie, el irrespeto a los dioses y sus templos, el racismo, la codicia y el fanatismo medieval.
Como parte de ese aparato de guerra encarnado en la conquista y la colonización surgió el ocultamiento de la cultura nativa y de sus tradiciones; se fortalecieron las leyendas del entorno como la de “las joyas de la corona”, y los sucesos fueron redefinidos y redecorados, para colocar mantos de silencio y presentar una imagen diferente de la “madre patria”. Según Jaulín: “Al principio los colonos sentían el deseo de matar a los indígenas porque tenían la preocupación de romper la relación con el mundo que sostenían”.
En el enfrentamiento entre las dos culturas, la intención final de los colonizadores se centró en tratar de establecer en América un feudalismo europeo y decadente para lo cual era necesario “usurpar la memoria”. El pretexto: traer civilización, progreso y catequización a cargo de unos superhombres a caballo, cubiertos de yelmos y corazas, armados con espadas, armas de fuego, pólvora, ballestas, ambición y maldad; justificados por imponer el cristianismo a sangre y fuego y congraciar a sus jerarcas con el uso combinado de la espada y la cruz.
Aquellos pueblos sometidos habían logrado un importante desarrollo a pesar de sus carencias. Se poseía una cultura y una organización social que determinaba el ordenamiento de las relaciones de las personas entre sí y de las personas con los dioses. Grandes obras de ingeniería, una amplia red de caminos y el control de sequías e inundaciones. Avances notables en la astronomía, la escritura y las matemáticas, consignada en los códices. Logros importantes en el tratamiento de enfermedades, sistemas de comunicación y deportes de competición. Las grandes ciudades y los centros ceremoniales agrupaban una población mayor a la de cualquier ciudad europea de entonces, gracias al ordenamiento urbano, el respeto a las personas y al medio natural. Los astrónomos Mayas también llegaron a pronosticar “el término de la felicidad, la muerte de sus culturas y el final sombrío de una era”.
El invasor trajo otro modo de vivir, otra lengua, otra forma de escritura, otra cultura, nuevas enfermedades, armas, metales duros, peleas de gallos. Corridas de toros, codicia, la espiritualidad no revelada y la domesticación de seres humanos y de animales.
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