¿LA SOBREPROTECCIÓN
PUEDE SER NOCIVA?
La sobreprotección es la actitud que
asumen las personas con el propósito de brindar excesivo cuidado a algo o
alguien, sobre quien se tiene autoridad; y ante el temor de que pueda ser
afectado por agentes externos. Este comportamiento es común de padres a hijos;
partiendo del supuesto, que aquellos elementos de formación personal y social dados,
no fueron lo suficientemente sólidos. La supuesta consideración de haber
fallado, invita a asumir una vigilancia permanente, por demás estricta, para
darle una adecuada salida a la culpa.
Desde la concepción se deben tener
cuidados con la madre y con la criatura en gestación; el embarazo no es una
enfermedad sino un proceso natural y el organismo responde a ese proceso en
forma eficiente. Es posible que el cúmulo de miedos de la madre por infinidad
de razones, afecte en forma notoria al niño(a). Su tranquilidad crece en la medida
que el nacimiento es normal y decrece cuando se presentan complicaciones. Sin
embargo, con fundamentos o sin ellos, cuando los padres consideran que los
niños(as) son vulnerables en todo momento y todo sentido, sin importar la edad,
los convierten en centro de atención y cuidado que regularmente llega a los
excesos.
Al iniciar la vida escolar comienza la
tarea de los padres de llevar al niño(a) hasta la institución escolar. Permanecen
un buen tiempo en su compañía, para lo
cual colaboran con las labores de la institución o se ubican en lugares
estratégicos por fuera del plantel, para vigilarlo(a) a distancia.
Hay intervención en la selección de sus
amigos con quienes poco permiten compartir si no tienen su visto bueno. La
participación en ambientes de socialización en cuanto el uso del lenguaje se
encuentra exigida por parte de los mayores quienes definen lo que el niño debe
contestar: “diga”, “salude”, “conteste”; y la manera como debe actuar: “cante”,
“baile”, “despídase”.
El niño sobreprotegido puede tener
dificultades de adaptación en los procesos académicos. Tareas y trabajos
regularmente requieren la intervención de los padres, quienes exigen al
estudiante las mejores notas; procedimiento que se realiza en algunos casos intercediendo
ante profesores y rectores para lograr lo que esperan de los hijos.
La elección de carrera es una cosa que
solo se define en el hogar. El estudiante debe escogerla de acuerdo con los
deseos de los padres y “que no se le vaya ocurrir la música, la literatura, o
la pintura”. Eso lo puede hacer en sus ratos libres o como entretenimiento. El
nuevo profesional no necesita tener obligaciones económicas con su hogar,
porque allí nada le falta. Cada cosa que proyecte o diga debe tener la aprobación y el consentimiento de alguien del
núcleo familiar; en igual forma, puede esperar tranquilamente que le consigan trabajo.
El “niño sobreprotegido” está obligado
a responder “al esfuerzo de sus padres”, seguir las orientaciones hacia una
vida ordenada, conseguirse una novia que debe pasar por el tamiz de la familia
y casarse para que las malas lenguas no digan que es “gay”; además, tener dos
hijos - la parejita-, para que no se les
vaya ocurrir rumorar que es estéril.
La residencia de la nueva pareja puede
ser en los espacios ampliados de la vivienda familiar o cerca a la casa
paterna, bajo la sombra de papá y mamá.
A la persona sobreprotegida se le
dificulta enfrentarse a la vida, porque todo es un riesgo: la soledad, la
tranquilidad, la seguridad. No es
posible salir de la casa, renunciar a las comodidades y asumir gastos.
El “Hotel Mama” no se puede abandonar.
Todo opera en forma irregular porque no se ha construido autoconfianza, ni amor
por sí mismo, no hay seguridad ni en el hablar ni en el actuar.
La sobreprotección se convierte en una
barrera que obstaculiza el desarrollo armónico de la personalidad en un mundo
de dependencia absoluta… casi sin remedio.
-NLA-
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