martes, 19 de junio de 2012


DEPENDER DE…

La dependencia indica una condición especial de subordinación; tiene su campo de acción en adicciones, compulsiones y  hábitos y  tiende a considerar como imprescindible a personas, lugares, cosas, alimentos y drogas. 

La adicción se mide desde la tendencia compulsiva hacia algo, limita la autonomía y en cuanto compulsión afecta la fuerza interior dominando el pensamiento y la voluntad.

El hábito orienta a repetir una conducta, pero una adicción o compulsión se convierte en un fijación muy fuerte que puede modificarse si se utiliza una estrategia adecuada.

Al satisfacer la ansiedad generada por la dependencia, se logra una recompensa inmediata cuando aparece esporádicamente la persona que se desea ser y se enfrenta la incomodidad social, más fácil de sobrellevar que la abstinencia. 

Las dependencias patológicas tienen su mejor referente en aquel miembro de la familia incapaz de despegarse de su influencia y cuidado. La familia es el nido del cual no es posible salir, se trata de ser siempre el niño indefenso – por mucha edad que se tenga -, necesitado de los cuidados de la madre y de todos los miembros del hogar; regularmente arma sus pataletas para obtener lo que quiere. Niño que se niega a crecer, a quien el desprendimiento no le conviene porque no conoce el riesgo. La dependencia ata simultáneamente a una madre absorbente y un padre proveedor.

Otro de los casos clásicos de dependencia patológica se encuentra en las relaciones de pareja. El problema surge al asumirse equivocados principios de propiedad y posesión, fortalecidos por discutibles preceptos culturales. Este comportamiento puede confluir en el clásico “morir de amor”.

Es importante darse cuenta que el ser humano solamente es propiedad de sí mismo, su cuerpo, sus pensamientos y deseos son personales y no pueden ser objeto de propiedad en ningún momento. La media naranja es una falacia, porque cada uno es un mundo que no puede estar partido en mitades, responde a unos espacios culturales y a pesar de estar comprometido de palabra conserva sus libertades eternas.

Por esta razón lo único que puede considerar propio, es el cuerpo, el alma, los pensamientos, las ideas y la oportunidad que regala el universo de disfrutar del milagro de la vida, la que se vive.

El amor, por su parte, nunca ha sido eterno, solamente se eterniza en la necesidad de afecto y en el reconocimiento de quien lo posee.

Para responder a las exigencias del entorno y facilitar el paso por el mundo, además de las personas, el ser humano debe acompañarse de cosas básicas: alimentos, bebidas, distracciones y el uso de la tecnología.

En el momento de las exploraciones, llegan el alcohol y las drogas, los cuales en compañía de grasas y azúcares, pueden pasar a ser reguladas o quedarse haciendo parte de las dependencias. En el caso de la tecnología, tanto el computador como el celular y sus derivados se convierten en elementos imprescindibles con episodios de dependencia enfermiza.

La tarea que nos compromete para enfrentar cada una de las situaciones descritas, debe estar orientada al reconocimiento del fenómeno para dirigir la intervención con los recursos disponibles en los espacios del hogar. 

Una cuidadosa observación, conlleva a trazar un plan de acción. Si la situación amerita ayuda psicológica para la readecuación de unos comportamientos, este debe tener como herramientas la autoobservación, el autotratamiento, el refuerzo de los comportamientos positivos y buscar mermar la importancia de los negativos.

En casos avanzados se puede pensar en la intervención de grupos terapéuticos: primero el hogar como grupo terapéutico base,  Alcohólicos Anónimos, Glotones Anónimos y grupos de rehabilitación controlada, además de la intervención  psiquiátrica con ayuda de medicamentos.
-NLA-

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